Israel, de 31 años, padre de familia aficionado al fútbol, no sobrevivió a los disparos que recibió el lunes en la madrugada cuando se disponía a transmitir desde la colonia Villa Salamanca 400, y se convirtió en el primer periodista asesinado en Guanajuato en el desempeño de esta labor.
Por Edith Domínguez, Verónica Espinosa y Juan José Plascencia.
Ciudad de México, 11 de noviembre (POPLab).- No hubo rodeos frente a la Alcaldesa de Salamanca Beatriz Hernández Cruz.
“¡Justicia para Israel!”, “¡No queremos informar con miedo!” y “¡Frente a sus balas, nuestras palabras!” fueron un grito de decenas de periodistas reunidos frente a ella, en franco reclamo por la vida del reportero de El Salmantino Israel Vázquez Rangel, asesinado en la madrugada del lunes al acudir a hacer una cobertura del hallazgo de restos humanos en una colonia de Salamanca.
Un discurso político, un deslinde, el argumento esgrimido por la presidenta municipal para marcar distancia y ausencias (del Gobierno del estado) que desatienden la seguridad para los salmantinos, no fueron suficientes y no le bastaron esta vez para acallar los gritos, el reclamo unísono con la pregunta ¿Qué pasó?
La Alcaldesa de Salamanca se deslindó como autoridad de las circunstancias en las que fue asesinado el reportero del portal digital El Salmantino, y prácticamente lo responsabilizó de ponerse en riesgo.
“La verdad es que ir a la seis, cinco y media de la mañana a cubrir una nota a ese lugar que sabemos todos que es tan peligroso…”, quiso justificar Beatriz Hernández frente a los periodistas.
Fueron esos momentos los últimos de un triste, frustrante encuentro de decenas de reporteros este martes en Salamanca marcado también por la indignación colectiva.
El arribo desde Celaya, Irapuato, León, Cortazar, Guanajuato capital fue sucesivo para unirse a reporteros salmantinos, al equipo del portal digital El Salmantino; pero sobre todo, a la familia de Israel Vázquez Rangel, en el día de la despedida.
Israel, de 31 años, padre de familia aficionado al fútbol, no sobrevivió a los disparos que recibió el lunes en la madrugada cuando se disponía a transmitir desde la colonia Villa Salamanca 400, y se convirtió en el primer periodista asesinado en Guanajuato en el desempeño de esta labor.
Unidos a sus seres queridos y amigos, también inconsolables, periodistas asistieron en la misa de cuerpo presente. Hubo otros homenajes: sus compañeros del equipo de fútbol organizaron una despedida de la cancha donde Israel jugó, sudó y disfrutó de una de sus pasiones. Allí lució con orgullo su playera del equipo León marcada como ISRA y el número 13, la misma que reposó sobre el féretro junto a su balón, mientras el sacerdote encabezaba las exequias.
En el ataúd fue colocado también su chaleco negro, identidad inconfundible del reportero de El Salmantino, mientras su familia trataba de seguir las palabras de consuelo que pronunciaba un sacerdote.
Para Israel había más satisfacciones que riesgos en la profesión
«Mamá si yo muero, me iré feliz. Sé fuerte, te quiero fuerte, porque sé que me voy a ir primero» le decía Israel a su madre. Ella respondía, «pero vienes por mí» y él le contestaba «hasta sin zapatos te llevo».
Todavía el domingo pasado, el reportero salió con su madre a desayunar. Ahí le repitió: «si muero, seré feliz».
A Israel Vázquez Rangel le apasionaba trabajar de reportero para hacer la diferencia. Ese día le dijo a su mamá: «Mira lo que voy hacer, por eso me gusta mi trabajo». Acto seguido, comenzó a trasmitir para denunciar que un semáforo no funcionaba. Al terminar de reportar el hecho, agentes de tránsito llegaron a esa calle para controlar el tráfico, contó su madre.
Familiares recordaron que cuando el joven recién iniciaba su carrera hizo una transmisión con un reportaje de un bailable, pero su voz temblaba. Hubo risas de los amigos pero él no se desanimó. «Les dijo «un día seré el mejor, ya verán», y les calló la boca».
«De parte de sus compañeros de prensa, con cariño para Israel», dice el listón blanco que cruza la corona de flores amarillas recargada en el altar improvisado. Cerca, en otro listón sobre flores blancas y rojas se lee: «Recuerdo de tus mejores amigos».
Una foto de Israel sonriente fue colocada un lado del altar.
«Cuídense, conozco su profesión y están en riesgo», dijo la hermana de Israel al terminar la misa, cuando agradecía el apoyo de los representantes de medios de comunicación. Otro hermano habló del valor y la pasión con los que Israel enfrentaba su trabajo. «No tenía miedo».
Cuando terminó la misa el contingente se separó: la familia y amigos, con el féretro al hombro y al grito de ¡Justicia! se encaminaron a la cercana cancha El Ocalo, en la calle San Antonio, donde sus compañeros del equipo Tigres realizarían un último partido, donde Israel metería su último gol.
“QUE SALGA BEATRIZ”
Por su parte, sus colegas periodistas, con nada más que cartulinas y consignas, se encaminaron a presidencia municipal, a buscar a la Alcaldesa Beatriz Hernández Cruz.
Algunas reporteras habían elaborado pequeñas pancartas en negro con las cruces blancas y manchas rojas, un símbolo de “Ya basta” que el gremio hizo suyo desde hace años, cuando los asesinatos de periodistas en otros estados comenzaron a manchar el mapa nacional.
Las fotografías de Israel Vázquez, Elihú Ojeda -reportero que trabajaba en la Fiscalía General de Estado cuando fue desaparecido y asesinado- y de Víctor Manuel Jiménez Campos, reportero celayense desaparecido desde el domingo 1 de noviembre, enmarcaron las columnas de los arcos del edificio de la Presidencia Municipal, al que el grupo de periodista ingresó cuando la secretaria particular de la Alcaldesa se acercó a avisar que llegaría a las 12 del día y a esa hora los recibiría.
La Alcaldesa se presentó minutos después de las 12; entró al salón de Cabildos flanqueada por el director de Policía Rodolfo Cruz Nicolás y la diputada local Magdalena Rosales y ocupó la silla situada al centro de la cabecera de la mesa para el ayuntamiento.
Para ese momento, al fondo del salón se había habilitado ya una pantalla para una transmisión por una plataforma de internet. Ahí aparecieron conectadas las senadoras Malú Micher y Antares Vázquez, meras espectadoras -igual que la diputada Rosales- del áspero intercambio entre Beatriz Hernández y el gremio, tal cual.
Hernández Cruz llevaba en las manos tarjetas con un discurso, y como si fuera un acto político, leyó mientras movía las manos y ajustaba el tono de voz para una intención de solemnidad.
Así, dijo que acudió a dar la cara ante el asesinato de Israel Vázquez, «otro dramático ejemplo de la tragedia que se vive en Guanajuato, el estado más violento» y acusó a los criminales de ser el principal enemigo de la sociedad y de la libertad de expresión, y al gobierno estatal, de «la insólita responsabilidad(sic) y abandono» de sus responsabilidades y de politizar la seguridad.
“Nos indigna este acto vil contra un joven que honraba su profesión”, diría también la Alcaldesa morenista, que incluso llamó “a la unidad” para honrar la memoria del reportero asesinado, y pretendió excusarse de cualquier responsabilidad por «las limitaciones del gobierno municipal».
Entonces vino la pregunta colectiva: “¿Qué pasó?”. Y tanto Hernández Cruz como el actual encargado de seguridad pública, el general de Guardia Nacional Rodolfo Cruz Nicolás, se negaron una y otra vez, pregunta tras pregunta, a brindar detalles sobre horarios y circunstancias del reporte del hallazgo de restos humanos y el arribo de elementos de la corporación.
Tras mucho insistir, fue el encargado del 911 quien mencionó que a las 5:40 de la mañana del lunes fue el primer reporte, y hasta las 6:12 se recibió la llamada de la Policía, cuando se solicitó apoyo médico para una persona herida. Era Israel. Había pasado más de media hora.
En las intervenciones de periodistas, la Alcaldesa escuchó un apoyo total expresado a El Salmantino, medio local hostigado desde las administraciones anteriores panistas, sin que el cambio de colores haya significado la tolerancia a las críticas o al escrutinio del quehacer público municipal.
Negada a asumir reclamos, cuestionamientos y responsabilidad, la Alcaldesa salió de la sala de Cabildos rodeada de escoltas, protegiéndose de las y los reporteros que a su modo también la acompañaron: “¡Justicia para Israel!”, resonaron los gritos hasta el despacho donde se encerró.
Representantes de los medios de comunicación que participaron en la protesta denunciaron que elementos policiacos llegaron afuera de la casa de Israel antes de la misa y tomaron fotos del lugar y de los reporteros presentes, además de que funcionarios también filmaban a los reporteros inconformes mientras se manifestaban en el edificio municipal.